Agostina Martínez conoció a Damián Isabettini unos años atrás en un viaje a Brasil. En una de sus bellísimas playas intercambiaron contactos y volvieron a Buenos Aires. Sin embargo, la relación no se afianzó tanto hasta esta pandemia, cuando Damián se sumó a un proyecto que ya había comenzado a mediados de 2017 con Agostina como única líder a la cabeza.
Este proyecto tiene nombre y es Kambu, que es arte sustentable orientado a la gastronomía. Un proyecto en el que buscan generar conciencia sobre los desechos y productos no reutilizables. Trabajan con caña de bambú y coco, que son recursos naturales, no contaminantes, biodegradables y reutilizables.
Todo comenzó cuando ella trabajaba en una construcción en el Delta con caña de bambú y, en paralelo, pensaba en el recipiente para una competencia de coctelería a nivel internacional. Hasta que un día, mientras limpiaba el bambú, nació la primera muestra. “De esa primera hubo varias etapas y colaboradores que me ayudaron en el proceso y experimentación con el material”, explicó Agostina a Infobae.
Luego, detalló que un año más tarde probó con el coco, otra variante sustentable. Con este material hizo vasos y, meses después, ideó unos bowls del mismo material gracias al intercambio con un cliente que la incentivó a que probara.
“La idea de la sustentabilidad surgió tras haber estudiado hotelería y turismo ambiental y haber trabajado en muchos eventos gastronómicos. Se apoderó de mí. Siempre tuve una pelea profunda con el plástico y la inconsciencia en la utilización de los recursos”, confió Agostina sobre el proyecto 100% sustentable.
Hoy en día, los socios realizan platos para sushi o tapeo en bambú, vasos de bambú y coco, bowls de coco, sorbetes de caña de bambú, shots, especieros, porta lápices, y están en proceso experimental con mates y macetas de caña de bambú.
“Del proceso en general me gusta todo, desde hablar con el proveedor para ir a seleccionar las cañas o los cocos, el viaje y hasta la carga y descarga. La parte creativa que me encanta es el curado externo donde paso por fuego la caña y sale barnizada naturalmente por el aceite que contiene en su interior, el aroma y lo que sucede es magia pura, un deleite para los amantes de lo ahumado”, confiesa su creadora.
Sobre el curado que lleva cada delicada pieza, explican: “El curado interno es bastante más extenso y complejo, luego de seleccionar la pieza y determinarle una funcionalidad se moldea a necesidad y se le da un baño con sales minerales y aceite vegetal para cubrir las capas y sellarlas que toma unos dos días”.
Por ejemplo, si se elige una pieza con bambú, luego de medir, cortar, lijar, curado externo, curado interno, se obtiene una pieza con cualidades orgánicas y sustentables sin aditivos que entorpezcan ese proceso. Si se elige una pieza hecha en coco, se debe cortar, sacarle la pulpa, hacer un lijado interno y externo si hacemos un bowl (si es para vaso solo lijado interno), y luego el curado interno y externo. Cada pieza demora aproximadamente desde 10 a 20 minutos.
Es por eso que, al momento de la selección de los productos (cañas y cocos), sus fundadores tienen en cuenta los siguientes puntos: en primer lugar, dependiendo para qué productos compran las cañas, la primera decisión es el diámetro que necesitan que tengan.
Detallaron que, por ejemplo, para sorbetes se necesitan cañas finitas, pero para hacer vasos para cócteles tienen que tener al menos seis centímetros de diámetro. Ahora, si lo que se quiere es un vaso cervecero, se necesita tener un diámetro aproximado de 8-9 centímetros. Para un shot el diámetro es de unos 2-3 centímetros y el prototipo de jarra fernetera/cervecera que están haciendo tiene un diámetro mucho mayor a los 10 centímetros.
“Es decir, dependiendo de lo que busquemos hacer, es el tamaño de la caña que necesitamos y elegimos. Pero, además, miramos que las cañas no estén muy verdes, porque puede tardar un buen tiempo en estar secas para trabajarlas”, puntualizan.
Entre los más pedidos, están los vasos de bambú, los vasos de coco y el bowl de coco. “El vaso de bambú es rústico, es muy agradable al tacto por el bambú en sí y se te puede caer 20 veces que no se te va a romper. El vaso de coco es visualmente atractivo y nos lleva mentalmente a la playa. El bowl de coco es ideal para frutas, postres, smoothies. Reemplazo excelente para dejar de lado los bowls y compoteras de plástico”, comentan el porqué del favoritismo.
Tanto Agostina como Damián piensan que, más allá de la belleza de los productos realizados en bambú y coco, en comparación con vidrio o plástico, quienes apuestan a un cambio y a un interés por el medio ambiente y la sustentabilidad, los eligen.
Fuente: Infobae